miércoles, enero 03, 2007

Texto sacado de la página web del judo aragonés.
Fuente: Comercio Digital (prensa Asturiana)
JESÚS TABERNA CINTURON NEGRO DE JUDO, CUARTO DAN
«El judo enseña a los críos a ver que la vida es distinta al patio del colegio»
«Aprendes a respetar a la gente con independencia de su apariencia
» «Todo lo que sé me lo enseñó Manuel Corujo»
MANUEL NOVAL/POLA DE SIERO
Jesús Taberna, poleso de 32 años, lleva desde los cuatro practicando judo. Recientemente, ha conseguido el cuarto dan, el mérito más alto de los alumnos de la escuela de Manuel Corujo. Además de su esfuerzo personal, Taberna atribuye este éxito a dos personas. La primera, el propio Corujo, «un buen maestro, de los mejores que hay en Asturias. Todo lo que sé me lo enseño él. Creo que el judo en la Pola se sostiene gracias a él. Si no, creo que la mitad de la gente habría marchado.Aquí hay un bloque muy guapo y muy unido que no hay en casi ningún lado». La otra persona es José Manuel Rubio, su compañero en las pruebas. «Para examinarte necesitas a alguien que se sacrifique contigo, y yo lo tengo a él. Es el que se lleva todos los golpes
-¿Es cierto eso que se dice de que cuanto más sabes de artes marciales y más posibilidades tienes de agredir con éxito, más pacífico te vuelves?
-Sí, puede ser. Pero eso va con la personalidad de cada uno. Sí es cierto que cuando sabes un arte marcial te ves algo más seguro, un poco superior, y entonces tratas de calmar las cosas. Yo, por lo menos, me considero bastante tranquilo. No digo que no pueda saltar el chip, pero normalmente aguanto bastante
-¿Cuáles cree que son las grandes virtudes de este deporte?
-Es un deporte bastante completo. Te da elasticidad, equilibrio y resistencia. Y aprendes a aprovechar tu fuerza, tu peso y el de los demás. Aquí la mente trabaja mucho.
-Siempre se habla del componente mental de las artes marciales.
-Sí, y además para los niños es una forma de educación. Tienes delante a una persona que es el maestro al que hay que escuchar y respetar. Eso se puede llevar a casa. Cada vez que te enfrentas con alguien tienes que saludar, y también saludas para irte. Siempre te inculca algo de educación. Para los críos, es pedagógico. Aprenden a respetarse unos a otros. Y como cualquier arte marcial te enseña que la vida es distinta al patio del colegio, donde el más grande es el que va a pegar a todos. En el tatami el más pequeño puede ser el más hábil y quien pueda con todos los demás. Esta enseñanza la llevas al exterior. Aprendes a respetar a la gente con independencia de su apariencia
-¿Es, entonces, el judo un buen arma contra la agresividad de algunos niños?
-Sí. Cualquier arte marcial creo que funciona. En la clase los niños se pelean entre ellos y después se separan y los ves más tranquilos. Hay muchos críos que se desfogan en judo y después se vuelven gente mucho más tranquila.Ya tienen otra forma de convivir. El judo es una terapia. Te enseña a respetar y a mirar de otra manera a las personas a las que te enfrentas. La base del judo es aprovechar la fuerza y la velocidad del otro. Y esto es una enseñanza para todo en la vida.
-Se nota que tiene una vocación muy fuerte.
-Sí. Me gusta mucho. Pero no por méritos. Por ejemplo, no me marco sacar el quinto dan. Voy haciendo judo, y si dentro de seis años el trabajo me permite seguir y puedo prepararlo, me presento. Si apruebo, bien, pero tampoco es una cosa que me quite el sueño.
-Esa tranquilidad seguro que es una ventaja.
-Sin duda. Hay gente que va muy presionada a las pruebas. Sobre todo los que viven del deporte y saben que subir les va a beneficiar en el trabajo. A mí como no me preocupa, estoy más tranquilo, no me obsesiona, y es mejor. El judo lo hago porque me gusta mucho. Si tengo que examinarme, me examino, pero nada más.

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